domingo, 27 de enero de 2013

Los alimentos transgénicos: ¿Súper héroes o villanos?


         Un alimento transgénico es aquel cuyos genes han sido modificados, añadiendo o sustrayendo los mismos.
Estos alimentos poseen muchas ventajas; un argumento positivo con respecto a los mismos por parte de las empresas que están a favor de la producción de este tipo de alimentos, es que, a través de la biotecnología, los alimentos pueden generar su propio insecticida específico para las plagas que los atacan. Al poseer los alimentos resistencia a las plagas, la necesidad de irrigar las plantaciones con insecticidas desaparece, por lo que la contaminación a suelos y cuerpos de agua disminuye considerablemente, ya que tarde o temprano, los insecticidas siempre llegan a los cuerpos de agua atacando a formas de vida en los mismos.

         Otro punto a favor que poseen estos alimentos es que se pueden combinar genes de distintas especies, es decir, a una papa se le podrían insertar genes de algún animal o algo por el estilo. Esta versatilidad que otorga la biotecnología puede ser aprovechada para mejorar de una manera inimaginable los alimentos. El crecimiento de los mismos, el aporte nutricional, la biodisponibilidad de los nutrientes, la época de crecimiento, la vida de anaquel y muchas otras características positivas pueden ser mejoradas utilizando esta tecnología. El resultado final de esto, es mejorar la calidad de vida de los seres humanos, así como también disminuir costos de  producción y por lo tanto, costos de venta. Esta idea parece muy buena para los países en desarrollo, en los cuales la agricultura no es rentable y existen varias plagas que atacan a los cultivos. Todo está en que los agricultores y consumidores estén de acuerdo.

         Desde los puntos de vista planteados anteriormente, los alimentos transgénicos parecen ser  como el súper héroe de alguna historieta o algo parecido, pero hay personas y movimientos que consideran todo lo contrario: Los consideran como el villano enmascarado de la historia.  

         Y es que consumir algo que ha sido modificado a nivel genético no suena tan agradable después de todo. Primero surgen las dudas: ¿Qué genes han sido modificados? ¿Se modificaron únicamente los que dicen o, algunos otros? Y sobre todo, ¿Me hará algún daño ingerir este alimento? Y luego vienen las interrogantes de los efectos a corto, mediano y largo plazo que pueden tener estos alimentos en el equilibro de la naturaleza. Es por esto último que organizaciones y movimientos en pro del planeta Tierra han alzado la voz con un rotundo NO a este tipo de tecnología, pues se piensa que al no ser natural, es dañino. El problema es que al ser una tecnología relativamente nueva, aún no se pueden establecer preguntas a todas estas interrogantes.

         A pesar de esto, hay pequeños estudios que han demostrado que de hecho, estos alimentos sí pueden alterar el equilibrio en la naturaleza; por ejemplo, un pequeño experimento demostró que si una oruga de una mariposa monarca se alimenta de alguna planta genéticamente modificada para atacar plagas, la oruga morirá, y esto sucederá para cualquier otro tipo de oruga que se alimente de esta planta. Esto puede causar la pérdida de un eslabón en la cadena alimenticia, lo cual repercutiría grandemente en el equilibrio natural del área afectada.
¿Qué diferencia existe entonces entre el efecto de los insecticidas sobre los animales con el efecto de los alimentos modificados? Pues que el código genético que posee la resistencia a las plagas, puede ser transmitido a través de polen, llegando así a áreas lejanas de la plantación. Sobre esto, científicos a favor de los alimentos modificados genéticamente comentan que el polen es muy pesado y que éste no viaja tanto como se piensa.

         Considero que al final del día, todo se remonta a que los consumidores tenemos el derecho a saber qué es lo que estamos adquiriendo y consumiendo, a escoger entre qué comer y qué no comer. La idea de los alimentos transgénicos no se debe de tachar de heroica o villana, pero sí debe de ser tratada con mucho cuidado, ya que aún se desconocen los alcances que esto puede tener. En mi opinión no veo a los alimentos genéticamente modificados como malos, pero sí considero que para la producción y distribución de los mismos deben de existir controles rígidos para evitar que las modificaciones genéticas se expandan más allá de lo contemplado. Finalmente creo firmemente en que si algún alimento tiene un ingrediente que posea modificaciones genéticas, esto debe de ir plenamente identificado en el etiquetado.

Todos tenemos derecho a saber y a escoger qué estamos consumiendo.