Un alimento transgénico es aquel cuyos
genes han sido modificados, añadiendo o sustrayendo los mismos.
Estos
alimentos poseen muchas ventajas; un argumento positivo con respecto a los
mismos por parte de las empresas que están a favor de la producción de este
tipo de alimentos, es que, a través de la biotecnología, los alimentos pueden
generar su propio insecticida específico para las plagas que los atacan. Al
poseer los alimentos resistencia a las plagas, la necesidad de irrigar las
plantaciones con insecticidas desaparece, por lo que la contaminación a suelos
y cuerpos de agua disminuye considerablemente, ya que tarde o temprano, los
insecticidas siempre llegan a los cuerpos de agua atacando a formas de vida en
los mismos.
Otro punto a favor que poseen estos
alimentos es que se pueden combinar genes de distintas especies, es decir, a
una papa se le podrían insertar genes de algún animal o algo por el estilo.
Esta versatilidad que otorga la biotecnología puede ser aprovechada para
mejorar de una manera inimaginable los alimentos. El crecimiento de los mismos,
el aporte nutricional, la biodisponibilidad de los nutrientes, la época de
crecimiento, la vida de anaquel y muchas otras características positivas pueden
ser mejoradas utilizando esta tecnología. El resultado final de esto, es mejorar
la calidad de vida de los seres humanos, así como también disminuir costos
de producción y por lo tanto, costos de
venta. Esta idea parece muy buena para los países en desarrollo, en los cuales
la agricultura no es rentable y existen varias plagas que atacan a los
cultivos. Todo está en que los agricultores y consumidores estén de acuerdo.
Desde los puntos de vista planteados
anteriormente, los alimentos transgénicos parecen ser como el súper héroe de alguna historieta o
algo parecido, pero hay personas y movimientos que consideran todo lo contrario:
Los consideran como el villano enmascarado de la historia.
Y es que consumir algo que ha sido
modificado a nivel genético no suena tan agradable después de todo. Primero
surgen las dudas: ¿Qué genes han sido modificados? ¿Se modificaron únicamente
los que dicen o, algunos otros? Y sobre todo, ¿Me hará algún daño ingerir este
alimento? Y luego vienen las interrogantes de los efectos a corto, mediano y
largo plazo que pueden tener estos alimentos en el equilibro de la naturaleza.
Es por esto último que organizaciones y movimientos en pro del planeta Tierra
han alzado la voz con un rotundo NO a este tipo de tecnología, pues se piensa
que al no ser natural, es dañino. El problema es que al ser una tecnología
relativamente nueva, aún no se pueden establecer preguntas a todas estas
interrogantes.
A pesar de esto, hay pequeños estudios
que han demostrado que de hecho, estos alimentos sí pueden alterar el
equilibrio en la naturaleza; por ejemplo, un pequeño experimento demostró que
si una oruga de una mariposa monarca se alimenta de alguna planta genéticamente
modificada para atacar plagas, la oruga morirá, y esto sucederá para cualquier
otro tipo de oruga que se alimente de esta planta. Esto puede causar la pérdida
de un eslabón en la cadena alimenticia, lo cual repercutiría grandemente en el
equilibrio natural del área afectada.
¿Qué
diferencia existe entonces entre el efecto de los insecticidas sobre los
animales con el efecto de los alimentos modificados? Pues que el código
genético que posee la resistencia a las plagas, puede ser transmitido a través
de polen, llegando así a áreas lejanas de la plantación. Sobre esto,
científicos a favor de los alimentos modificados genéticamente comentan que el
polen es muy pesado y que éste no viaja tanto como se piensa.
Considero que al final del día, todo se
remonta a que los consumidores tenemos el derecho a saber qué es lo que estamos
adquiriendo y consumiendo, a escoger entre qué comer y qué no comer. La idea de
los alimentos transgénicos no se debe de tachar de heroica o villana, pero sí
debe de ser tratada con mucho cuidado, ya que aún se desconocen los alcances
que esto puede tener. En mi opinión no veo a los alimentos genéticamente
modificados como malos, pero sí considero que para la producción y distribución
de los mismos deben de existir controles rígidos para evitar que las
modificaciones genéticas se expandan más allá de lo contemplado. Finalmente creo
firmemente en que si algún alimento tiene un ingrediente que posea modificaciones
genéticas, esto debe de ir plenamente identificado en el etiquetado.
Todos
tenemos derecho a saber y a escoger qué estamos consumiendo.